Con la ciudad de Viena al fondo, los oficiales autriacos se rinden y entregan la llave de la ciudad al Emperador, que procedente de Moscú se dirige a Paris para tomar un merecido descanso navideño. Austria y Prusia vasallas de Francia, Rusia de rodillas, y las pérfida Albión inquieta ante la siguiente acción del Sire.
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